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Agur Mekong

5 Mar

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Regresamos de nuevo a Laos, dejamos Isan para cruzar el Friendship bridge n°1 camino de Vientiane. Este Laos de los arrabales de la capital se asemejaba mucho mas a Tailandia que el que nos recibio en el sur.

Vientiane no tenia demasiado que ofrecernos, nuestros ojos y latidos estaban puestos en las montanas que nos separaban de Luangprabang. Tras las visitas capitalinas de rigor, pusimos rumbo al norte y en dos dias arribamos a Vang Vieng. Esta es la meca Laosiana del mochilero. La esperabamos caotica y desfasada pero nada de eso. Logicamente estaba cuajada de tardoadolescentes, ellos en bermudas, ellas en chores, y albergaba un par de garitos turbios donde corria la Beerlao y toda clase de pocimas que no probamos, somos deportistas ;))

En general el ambiente era bastante relajado, si con Salou o los Benidores lo comparamos (siquiera a escala). Diria yo que incluso mas que en la plaza de Cascajares de la Bureba en aquellas fiestas de los 90 (quien estuvo alli lo podra confirmar).

En Vang Vieng pudimos disfrutar de una velada con Marcel y Juli, nuestros amigos alemanes de Freedom Farm, que ahora estaran cerca de Australia. Buen Viaje pareja!!!

Tambien disfrutamos las montanas de sus alrededores, sus cuevas y la curiosa blue lagoon. Si vais no dejeis de alquilar una bici para explorar los alrededores. Son realmente bellos, merece la pena. Se parece mucho a Vinales (Cuba). Podria ser una Bahia de Halong sin agua, surcada de caminos polvorientos.

Se estaba agusto en Vang Vieng, pero algo nos impedia quedarnos. Desde el principio de la aventura, cuando la carretera se empinaba, repetiamos como un mantra: esto no es nada, vas a ver cuando lleguemos a Laos… Y necesitabamos comprobarlo.

La carretera no decepciono. Pese a ser una de las principales del pais apenas soporta trafico, si excluimos a las docenas de caravanas de chinos motorizados que nos cruzabamos cada dia. Eran sus vacaciones de ano nuevo y alli estaban, en «expediciones» de 10 o 12 coches, debidamente ambientados (walki talki, pegatinas en el coche) y numerados. Era bastante complicado descender aquellos inmensos puertos con la certeza de que detras de cualquier curva iba a aparecer un Vilarino de ojos rasgados trazando la curva por el interior, como si la carretera fuera un circuito para su uso y disfrute.

A pesar de eso las cuatro etapas de Vang Vieng a Luangprabang fueron de lo mejor del viaje. La primera noche, tras una jornada de media montana dormimos en un pequeno y economico Resort en o alto de un puerto. Nos lo recomendo un cicloturista holandes (esta gente viene con bicis de 2000 € y libros de ruta, igualito que nosotros). Llegamos de noche bien cerrada, pudimos parar antes y poner la tienda o buscar algo pero no podiamos hacerlo hasta llegar a las Hot Springs!! El sitio era mas que sencillo, pero tenia una piscina natural de aguas termales donde reposamos nuestros maltrechos mecanismos tras dejar los bartulos en la cabana.

Al dia siguiente empezaba la fiesta de verdad. Varios puertos de entre 15 y 20 km que subir y bajar, paisajes preciosos, pueblos H’mong y Akkha jalonando la carretera y mucho sudor. Despacito, sabiendo que tras la subida venia la bajada.

Compartimos rodadas, mesa y mantel con Cis y Rachel (londinenses amantes de la bicicleta) y Andre, breton de 66 anos que desde que se jubilara se va un par de meses anualmente a ciclar por ahi. Una gozada contar batallitas y comentar la jugada en esa mezcla de acentos y afectos que unio la carretera.

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Finalmente llegamos a Luangprabang, la capital de los templos, la ciudad «dolorosamente bella» segun la loli. Volvimos a sentir el sindrome de Angkor, aquello estaba cuajado de gente comprando souvenirs (el chinese new year es lo que tiene) y nuestros pensamientos todavia estaban negociando aquella curva tan jodida del descenso, buscando mas pinones en la cuesta o tratando de entender la mezcla de indiferencia y hostilidad que nos recibia en cada pueblo H’mong de las montanas (vease el post «Cada 8 minutos»).

El culmen de Luangprabang es la procesion matutina en la que, al alba, cientos de monjes salen de las docenas de templos a recibir las ofrendas de las devotas. Esto es muy comun en todos los pueblos y templos de estos paises budistas, pero aqui se ha convertido en una atraccion turistica, una suerte de encierro sanferminero con alquiler de balcones incluido. Lamentable ver al guiri de turno, sacando fotos en los pitones del monje. Nosotros no nos levantamos.

Lamentamos decepcionaros, oh excelsos seguidores de nuestras turistadas!!, pero pasamos de participar en semejante espectaculo, por respeto a la ceremonia, a las personas que la consideran importante y a los propios monjes. Ademas, cada dia en los margenes de las carreteras vemos esa misma ceremonia a escala local y a menudo participamos de ella en los templos en los que nos cobijan (la mayoria de las veces siendo nosotros los agasajados).

En Luangprabang celebramos mi cumpleanos cenando con vino chileno y mantel de tela!! Lujo total, como un lujo fue la tarta sorpresa y el fantastico regalo de Arantxa (un masaje para los dos en el sitio mas cool de la ciudad). Tras la cena hasta quedamos con nuestras amigas Cis y Rachel para seguir la fiesta, genial!!

De Luangprabang nos fuimos por el Mekong, despues de 4 meses y acompanarle en Vietnam, Camboya, Tailandia y Laos nos tocaba despedirnos de el. Que mejor manera que navegarlo durante dos dias. Asi llegamos a Huayxai, tras la preceptiva escala en Pakbeng. Os recomendamos este trayecto, es barato (unos 24€ pax, 30€ con la bici), bonito y comodo. Hay que llevar comida y bebida para la singladura (en el barco venden pero es mas caro), comprar en el muelle los tikets (y evitar comisiones de las guest house o agencias) y preveer que en Pakbeng toca pagar casi el doble de lo que vale una habitacion (u os buscais la vida como hicimos nosotros para dormir gratis). En Pakbeng se siente la cercania del Golden Triangle, ambiente turbio, continuos ofrecimientos de opio y algunos guiris experimentando. Es una ratonera (o nos lo parecio al llegar al atardecer), pero una escala pintoresca.

En Huayxai gastamos nuestros ultimos kips, cenamos con los coleguitas del barco y volvimos a entrar en Tailandia. Otra vez nos pidieron dinero para sellar el pasaporte, esta vez incluso en Tailandia!!. Nosotras, que hemos mejorado la tecnica solo pusimos cara de tonto y dijimos nomoni, nomoni. Funciono. De nuevo en el reino de Bumibol felices como perdices.

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Un año de excedencia, dos corazones, muchas agujetas.

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