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Camino a Phnom Penh

14 Dic

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Dejamos la hamaca, el relax y la imponente puesta de sol de Otres.El cuerpo nos pedia un poco de accion y nuestros isquiones anhelaban encontrarse con el cuero turgente de los Brooks.

Pusimos rumbo a Phnom Penh, el primer día hicimos 100km sin demasiados problemas. Vista la ausencia de alojamientos decidimos darle una oportunidad a la tienda y mientras avanzabamos mirabamos a los bordes de la carretera lugares propicios. Cual fue nuestra sorpresa cuando unos carteles rojos con calaveras anunciaban que era terreno minado!! Ojiplaticas pensabamos como era posible que una de las carretras principales del pais estuviera flanqueada por campos minados…

Como prometimos a nuestras madres ser buenos, anulamos la idea de la tienda y en vista de que anochecía fuimos a pedir asilo a un monasterio. Nadie nos recibió allí, pero desde la escuela adyacente alguien nos llamaba. Era Chayii, una nina de 10 anos que enseguida nos ofrecio un lugar donde dormir. Era muy seria, cuando cantaba en el karaoke familiar durante las dos horas de electricidad lo hacia entonada y con un rostro dulce pero con el ceno fruncido. Tanto ella como su familia (realmente pobres, vivian bajo un techado de canas) nos ofrecieron todo lo mejor, la cama, la cena, la velada karaokil y las mejores sonrisas que hemos encontrado a este lado del ibaizabal. A la manana siguiente nos despedimos de la familia, los ruidosos ninos que nos observaban desde las 6:30 am y la escuela inserta en el campo minado. Les dejamos algun regalo y un poco de dinero que al principio no querian aceptar. Rumbo a la capital, la tan temida montana no resulto ser tal. Un collado facilon que superamos sin problemas. De hecho fue lo mejor de la jornada ciclista, porque el viento de cara nos hizo olvidarnos de la playa muy rapido. 70 km antes de la capi, hastiados de los Lexus a mil por hora, el arcen de tierra y el viento de cara cogimos una furgoneta de 9 plazas. En algun momento fuimos 21 personas, nuestras bicis colgaban pendidas de unas cuerdas raquiticas, lastradas por equipajes y sacos de arroz varios.

Las leyes de la fisica parece que no operan en este pais. Al día siguiente, Phnom Penh nos enseno lo peor del pais. Asistimos con horror a la carcel museo del S21. Asqueados por lo que alli (y en todo el pais) sucedio, y lo que es peor, conscientes de que no se ha hecho justicia. Los responsables se fueron de rositas. Dicen que muestran el horror para que no se repita, pero creemos que la justicia es el mejor antidoto, lo demas es circo. Y los Jemeres Rojos, cual Franquistas de postin no pagaron…

Que podemos decir nosotros, con las cunetas de nuestra tierra sembradas de verguenza y los responsables alabados como demócratas de toda la vida, en fin…

No todo fue malo, pudimos cenar y tomar unas cervezas muy agusto con nuestro amigo Jabi, un artista de Ortuella con quien coincidi en mi epoca ayuntamentil. El estaba en sus ultimos dias de excedencia y cuando lea esto ya estara dandole a la tecla en Zornotza… Ondo izan Jabitxu!!!

Por lo demas, la capital es bastante pequena, amable y vistosa (especialmente la ribera del rio y algun mercado). Pero era mucho cemento para nuestras almas, asi que volvimos al asfalto, pero eso es otra historia…

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Un año de excedencia, dos corazones, muchas agujetas.

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