Llegamos a la bahía de los tres mil islotes, para ir a la isla de Cat Ba elegimos el ferry de carga que, a juzgar por la roña, estaba ya operativo cuando los gringos estaban pegandoy recibiendo tiros por estos lares.
Al llegar nos recibieron cientos de pequeñas montañas cubiertas por un verde manto, donde habitan los últimos 65 langures de cabeza dorada, escondidos cómo viejos soldados que esperan a que acabe la guerra.
Mañana haremos la madre de todas las turistadas, dormir en un barco en la bahía de Halong. Sobra decir que estamos deseosos, porque somos muy de turistada.
Hemos cogido el pack completo: barco atestado de turistas, kayak vintage y máscaras de snorkel con más vidas que un taxi marroquí.
Prometemos analizar en profundidad la experiencia.
Besos marinos.